Por Darío Morales, director de Estudios de la Asociación Chilena de Energías Renovables y Almacenamiento (Acera)

En casi cualquier ámbito de acción, la rápida irrupción de las nuevas tecnologías y desafíos está transformando la vida de las personas, derribando viejos paradigmas y creando nuevas oportunidades y la industria de la energía no escapa a esta tendencia. El gran desarrollo de las Energías Renovables No Convencionales (ERNC) que Chile ha experimentado es una muestra de aquello. Y aunque hace poco tiempo atrás para muchos era una utopía, la inserción renovable en el país (y el mundo) ya es una realidad. Sin ir más lejos, en 2006, un artículo publicado en un diario de circulación nacional titulaba que expertos creían que las energías renovables “elevarían las cuentas de la luz”, lo que era validado por voces críticas del momento. Diez años después, vemos que la partición de ERNC en las licitaciones 2015/01 y 2017/01 generarán ahorros por casi U$2.800 millones entre los años 2020 y 2040 para los clientes regulados. Nada más lejos de la apocalíptica frase de “elevar los costos de la luz”. En la actualidad, el desafío es aún más grande. Nos enfrentamos al Cambio Climático y su presión por descarbonizar nuestra matriz energética. Este fenómeno no solo está influyendo en las decisiones de las empresas eléctricas, que ya no están dispuestas a seguir invirtiendo en nuevos activos termoeléctricos, sino también en las comunidades que tampoco quieren la instalación de nuevas centrales en sus territorios e incluso están presionando para el retiro de las ya instaladas. Adicionalmente, los bancos e instituciones financieras ya están internalizando los inmensos riesgos sociales y ambientales que los activos termoeléctricos tienen y es probable que prontamente les impongan condiciones tales, que dejarán de ser una alternativa energética competitiva. En este sentido, la mesa de descarbonización -liderada por el Ministerio de Energía- es una gran oportunidad para que Chile tome una posición de liderazgo mundial en plantear un cronograma vinculante para la salida de centrales a carbón. Asimismo, nuevas oportunidades de negocios vendrán de la mano de la irrupción de las tecnologías de la información y comunicaciones (TICs) y de la fuerte reducción de los precios de las tecnologías de almacenamiento de energía. A lo anterior hay que agregar también el aporte que pueden entregar a la seguridad del sistema la operación de las centrales geotérmicas, de concentración solar de potencia (CSP) y de biomasa mediante la inyección de energía renovable a precios competitivos durante las 24 horas del día. En todas estas tendencias del sector, que son sin duda globales, la zona norte de Chile tiene algo importante que decir. Cuenta con la mayor radiación solar del mundo, relevantes fuentes de energía geotérmica, grandes centros de consumo y una geografía

propicia para la instalación de diversas formas de almacenamiento de energía, tanto a gran escala como distribuida. Disponer de energía renovable y económica podría permitir la instalación de nuevas industrias intensivas en el uso de energía como centros de procesamientos de datos, plantas de producción de hidrógeno, y producción de baterías, entre otras, lo que podría traducirse en una mejora significativa en el desarrollo económico y social de la región y del país. Este y otros desafíos del sistema eléctrico nacional y sus implicancias para la actividad energética y minera serán abordados por Acera en una nueva versión del ForoNor 2018, a realizarse el 3 de octubre en Antofagasta.