Nuestro país, regiones y comunas estamos viviendo un proceso de definiciones políticas que concluirán en cambios determinantes y sustantivos para las próximas décadas. Este escenario es el fruto de una crisis multivariable que ya se encuentra en la etapa inicial del proceso de estudio, análisis y discusión que deberá concluir en las decisiones constitucionales estratégicas.

 

Sin duda, se trata de un escenario de mayor libertad para aprovechar las oportunidades para corregir y crear nuevas y mejores respuestas a las necesidades económicas, sociales, territoriales, culturales, ambientales, políticas del país. Sin embargo, esta necesaria inspiración positiva no puede dejar de tener presente la amenaza de una polarización ideológica extrema que, violentando el lenguaje y la acción, genere incertidumbre, paralice y deteriore lo construido y avanzado.

 

Las y los convencionales electos, líderes de este histórico proceso, requerirán de la participación y aportes de los distintos actores de nuestra sociedad para definir sólidas fundaciones para la nueva “Casa de Tod@s”.

Consistente con el mayoritario y transversal respaldo nacional a la descentralización política de nuestro estado en la nueva constitución, las regiones están llamadas a jugar un rol clave en esta indispensable responsabilidad de ser un aporte creativo a la convención constituyente. La experiencia demuestra que las regiones son espacios socio territoriales que posibilitan una mayor integración social y que, por lo mismo, nos ofrecen una potente oportunidad para construir consensos transversales respecto a la región que se quiere.  Las regiones son actores que, sin sufrir la polarización ideológica descalificadora que caracteriza a la gran urbe metropolitana, deberían aportar al debate y definición constitucional poniendo sobre la mesa sus singulares características, oportunidades y desafíos.

La Región de Antofagasta tiene la oportunidad de, bajo el liderazgo del Gobernador Regional, construir un consenso regional transversal respecto a las principales características económicas, sociales, ambientales, culturales y políticas que nos interesa asegurar para nuestra región en las próximas décadas. Tenemos experiencia de trabajo colectivo y transversal, sabemos dónde están nuestras fortalezas, debilidades y oportunidades. Somos el segundo PIB del país y potencia energética, turística, minera, portuaria, astronómica y, por cierto, con muchas debilidades y desafíos sociales pendientes. Chile y nuestros convencionales electos necesitan que levantemos y aportemos nuestra voz regional para ser un actor constructivo y protagónico en la nueva constitución, relevando y destacando nuestras características, lo que queremos asegurar y lo que queremos mejorar para nuestro futuro.