El sector minero aporta cerca del 10% del PIB de Chile y representa más de la mitad de las exportaciones del país. Este dinamismo económico se extiende a toda la cadena de valor, impulsando el desarrollo de actores tan diversos como la academia, las empresas contratistas, los proveedores, las startups, los emprendedores y, a su vez, aquellas empresas y personas que les prestan servicios.

Con este amplio abanico de oportunidades, sumado a los desafíos propios de la minería, la industria se esfuerza hoy por hacer más atractivo este sector para nuevos talentos provenientes de todas partes. Esto se debe a que el talento no tiene género, edad, profesión, oficio ni nacionalidad. Además, las oportunidades abarcan desde áreas relacionadas con la productividad, la operación de máquinas, puertos, transporte y medicina, hasta campos tan variados como la ingeniería, la hotelería, la inteligencia artificial y muchas otras en las que surgen ideas innovadoras.

Sin embargo, un estudio de Criteria indicó que el 70% de los jóvenes no desea trabajar en minería. Esta realidad, junto con diversas alertas, demuestra que tanto los jóvenes como otros grupos, en especial las mujeres, muestran poco interés en participar en el sector. Las razones son variadas:

Industria masculinizada.
Históricamente, la minería ha sido un sector predominantemente masculino. Aunque en los últimos diez años esta situación ha cambiado radicalmente en Chile, persiste la percepción de que las jornadas por turnos y ciertos trabajos incompatibles con la vida familiar desincentivan la participación femenina.

Sistemas de turno.
Aquí se mezcla la realidad con ideas preconcebidas erróneas. Dos de cada tres empleos en el sector son generados por proveedores y contratistas en cargos y oficios que no están directamente en faena. Además, la gran diversidad de empresas que ofrecen servicios hace que sea más probable encontrar un trabajo en horario normal que en una jornada excepcional.

Brechas salariales.
Aunque aún queda trabajo por hacer, la industria minera está altamente regulada y se esfuerza por reducir estas diferencias. Al contar con estándares más rigurosos que otros sectores, es razonable pensar que las posibilidades de enfrentar brechas salariales son menores en este ámbito. Además, es ampliamente reconocido que las remuneraciones en minería son superiores a las ofrecidas en otros sectores.

Oportunidades laborales.
La minería demanda una gran variedad de empleos y oficios, no necesariamente los “tradicionales” del rubro. Hoy, las políticas de inclusión implementadas en diversas compañías han ampliado significativamente las oportunidades, hasta el punto de que es común escuchar que “nos faltan mujeres”.

El rol de proveedores y contratistas.
La creación de empresas en este ámbito representa una gran oportunidad, ya que estas organizaciones suministran desde equipos y tecnología de punta hasta servicios especializados en áreas como mantenimiento, seguridad y digitalización. Su participación constituye una parte significativa de la inversión operativa de las grandes mineras, generando decenas de miles de empleos directos e indirectos en diversas regiones del país.

La competitividad de la minería chilena se sustenta en su amplia red de proveedores y contratistas, quienes no solo aportan tecnología y equipos de última generación, sino también servicios especializados que refuerzan la operación del sector. Por ello, es fundamental mostrar a nuestras niñas y mujeres que este rubro está repleto de oportunidades. Necesitamos transmitirles que, independientemente de sus antecedentes, en minería las necesitamos.

A quienes aún no comprenden la importancia de la diversidad, debemos recordar que la integración de distintas perspectivas enriquece el análisis de los problemas y reduce el sesgo en la toma de decisiones, algo esencial en un entorno tan complejo y dinámico como el de la minería. En un sector en el que la tradición se ha resistido al cambio, hoy la transformación es palpable.

Hoy, el liderazgo femenino está escribiendo un nuevo guion, en el que la intuición, la empatía y la visión estratégica se convierten en recursos fundamentales para impulsar un cambio real. Su presencia no solo enriquece el sector, sino que redefine lo que significa liderar en tiempos de transformación.

 

Por Dominique Viera 
Presidenta de APRIMIN y Vicepresidenta de operaciones en el grupo Metaproject