Escribo esto desde Cambridge, Inglaterra, donde acabo de hablar con un grupo de inversionistas, administradores de activos e investigadores sobre el creciente riesgo del cambio climático en la gradual vulnerabilidad hacia la hambruna, lo que ilustra cuán crítica será la seguridad alimentaria en las próximas décadas. Esta conversación ocurre mientras la guerra en Ucrania es un claro recordatorio del riesgo geopolítico en el suministro agrícola. La interrupción de las exportaciones de trigo y fertilizantes de la región amenaza con empujar a unos 33 millones a 47 millones de personas más en 81 países al borde de la hambruna en el próximo año. Me di cuenta sentada en el King’s College -casi 600 años después de su fundación por Enrique VI— que hemos visto un progreso extraordinario desde entonces, sin embargo, muchas personas en todo el mundo continúan enfrentando los desafíos existenciales del hambre y la guerra, y todos enfrentamos las consecuencias del cambio climático. Lo que me da esperanza, es que tenemos una visión y un marco para el futuro, además de la tecnología y las finanzas para enfrentar estos desafíos.
Personalmente estoy pensando en estos desafíos, frente al Objetivo de Desarrollo Sostenible de “hambre cero”, del cual estamos muy lejos en la actualidad, a pesar de los avances de la “revolución verde” y los mejores esfuerzos de las organizaciones humanitarias. El Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas está alimentando actualmente a no menos de 115 millones de personas desplazadas por la guerra, el hambre y la sequía, y prevé que recaudará menos de la mitad de los 18.900 millones de dólares estadounidenses necesarios para alimentar a unos 137 millones de personas en 2022. Además de esto, la inflación inducida por la pandemia de COVID-19 ha aumentado los precios de los alimentos en más de un 30 %, creando US$42 millones adicionales en costos mensuales para alimentar a las poblaciones vulnerables.
Las necesidades de inversión son tremendas, que es donde el despliegue de capital nuevo e inteligente puede ser tan importante. Como mis colegas conversaron, alimentar a una población mundial en crecimiento en medio del cambio climático, los impactos geopolíticos y la incertidumbre en las próximas décadas requiere innovación en tecnologías alimentarias y agrícolas; repensar viejos paradigmas; e invertir en soluciones que no solo aumenten la productividad agrícola y el valor nutricional de los alimentos, sino que también reduzcan los impactos negativos en el planeta, para lo cual la agricultura contribuye significativamente, y así mejoren la salud de nuestra comunidad global.
Como administradores de activos, nuestro trabajo es identificar activamente oportunidades y riesgos en los mercados financieros y esforzarnos por proteger los activos de nuestros clientes mientras buscamos rendimientos sostenibles ajustados al riesgo. Comprender la inversión y el impacto es de lo que se trata la sostenibilidad: cuidar a las personas, el planeta y la prosperidad.