¿Con qué baterías o energía de base deberían operar estos gigantescos proyectos?

 

En estos momentos se están desarrollando numerosos proyectos de parques eólicos y/o solares en Chile y el mundo. De hecho, en lo que respecta a nuestro país, y según lo consignó PV Magazine, para este 2021 se prevé la operación de 6.698 MW renovables en todo el territorio nacional, la mayor parte de ellos solares y eólicos. Lo anterior, indicó la publicación, representa un aumento de 27%, respecto a la capacidad instalada a fines de 2020. 

En este contexto, cabe preguntarse: ¿Qué energía de base alimentará el funcionamiento de estos proyectos? Y por otra parte saber si estamos preparados –o no- para dar este salto tecnológico y productivo.

Para aclarar ésta y otras dudas, ‘Norte y energía’ entrevistó a Felipe Valencia Arroyave, investigador asociado, línea 4: almacenamiento de energía, SERC Chile; Líder área de ciencia de datos, ATAMOSTEC.

Valencia es Ingeniero de control, con maestría a en Automatización Industrial y doctorado en Sistemas Energéticos, Universidad Nacional de Colombia.

  • ¿Con qué baterías o energía de base deberían operar estos proyectos gigantescos que se están instalando en Chile (parques eólicos/solares)?

En la actualidad, las plantas solares y eólicas no cuentan con sistemas de almacenamiento de energía para reducir su variabilidad y/o extender su producción de energía a lo largo del día. Esto se debe, en parte, a que: la regulación actual no lo exige; a que el costo del almacenamiento aún es elevado; y a que aún no existen espacios dentro del mercado de energía (como los servicios complementarios) que hagan atractivo contar con este tipo de sistemas. 

Sin embargo, en un futuro las exigencias del marco regulatorio sobre las plantas eólicas y fotovoltaicas -y posibles multas por incumplimiento en los compromisos de suministro de energía al sistema interconectado nacional-, podrían incentivar el uso de sistemas de almacenamiento. O bien, los incentivos para el uso de energías limpias en los procesos productivos del país generarán espacios para la celebración de contratos de venta de energía (ppa) solar y eólica en los que sea factible incluir el costo del almacenamiento de energía.

 

  • ¿En qué escenario está nuestro país? ¿Estamos preparados o no para dar este salto tecnológico?

Desde mi punto de vista el país está preparado para la integración de una mayor cantidad de energía solar y eólica. Aún existen cambios normativos y regulatorios por hacer, así como mayores estudios y análisis para evaluar en profundidad cómo aprovechar los recursos solar y eólico con que se cuenta (incluso pensando en la interconexión con otros países para la exportación de energía limpia). 

Complementario a lo anterior, continuar con la educación energética, la promoción de la eficiencia energética a todos los niveles (domiciliario, comercial e industrial), y la apropiación de las ventajas y desventajas de la energía solar y eólica; es de gran importancia para lograr la adopción masiva de estas fuentes de energía.

  • ¿La energía hidráulica podría dar respuestas a esta necesidad?

En diferentes países de la región se emplea la energía hidráulica como complemento a la solar y la eólica para incrementar el porcentaje de energía renovable dentro de la matriz energética. 

Dos casos puntuales son el bombeo solar y la reserva. 

En el primero, la energía solar y eólica es parcialmente utilizada para el bombeo de agua a reservorios que posteriormente se emplean para la producción de energía hidráulica. El reservorio funciona como una suerte de sistema de almacenamiento en el que se “guardan” todos aquellos excedentes de energía. 

En el segundo, la rápida respuesta de las unidades de generación hidráulicas se utiliza para mitigar la variabilidad de la generación eólica y solar, y así evitar problemas en la operación. 

En el caso de Chile, habría que determinar cuál es la mejor alternativa para aprovechar las sinergias entre la energía hidráulica, solar y eólica, y analizar las barreras para la utilización del potencial hidráulico del país, incluyendo barreras ambientales y de localización del recurso.

 

  • ¿El litio podría dar respuesta a esta necesidad?

El litio presenta un gran potencial productivo/económico para Chile. Sin embargo, la explotación del litio como tal no resuelve las necesidades de almacenamiento de energía ya que se seguiría procesando y transformando en el exterior. 

Pensarse una explotación del litio en Chile, buscando transformarlo para atender las necesidades locales podría ser la ruta a seguir para lograr precios atractivos para el almacenamiento de energía (y así lograr su masificación en plantas solares y eólicas). 

Además, no hay que dejar de ver qué Chile ya tiene un programa para la masificación de la electromovilidad y por tanto las baterías producidas localmente tendrían la oportunidad adicional de invertirse en esta cadena de valor.

  • ¿Cómo se vislumbra el futuro a 10 y 20 años más?

A 10 y 20 años se espera que la generación solar y eólica tenga un mayor protagonismo en la materia energética del país. 

En efecto, los compromisos con la reducción de emisiones son un mecanismo de cambio y de transformación energética que se espera cada vez se vaya consolidando más. En este sentido, las necesidades por reducir su variabilidad serán cada vez más evidentes, y un camino para ello es el almacenamiento de energía. 

Entonces, en este lapso, sería necesario: desarrollar una explotación del litio contando con las necesidades locales de almacenamiento de energía; continuar con el aprovechamiento del recurso solar y eólico del país; evaluar las sinergias con otras fuentes renovables de energía como la hidráulica y la biomasa (por ejemplo). 

Lo anterior, definirá la relación del país con las energías renovables y con el almacenamiento de energía.

  • Teniendo en consideración lo anteriormente expuesto. ¿Qué rol podría adoptar la región de Antofagasta para el futuro de la industria energética nacional e internacional?

Teniendo en cuenta lo anterior, la región de Antofagasta está llamada a liderar los procesos para definir la política futura de la explotación del litio, y para seguir posicionando la energía solar y eólica como las principales fuentes de energía de Chile.