Cuando hablamos de innovación, no sólo hablamos de disrupción, cambio, transformaciones y tecnología, sino que también este concepto se posiciona como el motor del crecimiento sostenible y cómo nos correlacionamos, entre distintos ecosistemas, para atender las transformaciones aceleradas por la irrupción de la pandemia y el cambio climático, y favorecer el desarrollo de la innovación tanto industrial como de la cultura organizacional.

En este escenario, Antofagasta cuenta con un relevante eje de acción, y apostamos a que tendrá una historia que contar a nivel latinoamericano, y porque no también a nivel mundial. La región se plantea como un polo que concentra a proveedores industriales innovadores de distintos sectores productivos, los cuales alcanzan el 46% del total del país, según un estudio realizado por el comité de Corfo Antofagasta y la Mesa de Innovación Regional. Por estos motivos, la zona norte del país juega con una importante ventaja ante los factores que retrasan las transformaciones tecnológicas dentro de las compañías, logrando no sólo tener unas ventajas competitivas a nivel regional, sino que tiene un potencial para convertirse en un futuro en un referente global.

Atributos que, sin duda, deben ser aprovechados. Antofagasta es conocida como una región minera, siendo una de las principales fuentes de riqueza del país impulsada por una de las industrias más potentes del mundo. Es por esto que su requerimiento de innovación para el desarrollo de una minería acorde a la demanda y desafíos que plantea hoy y para el futuro es permanente y presenta múltiples oportunidades para Chile.

Lo anterior trae consigo una diversificación de la economía regional, ya que al tener a la actividad minera como sostenedor financiero local, surgen nuevas ideas de innovación que, aunque se concentran en la producción de metales, pueden apuntar a satisfacer las necesidades que se derivan de ella. Un ejemplo de ello son los emprendimientos que aprovechan residuos y los transforman en productos sostenibles, aplicando las grandes ventajas que conlleva para la economía circular.

La gran industria de la minería que existe actualmente en el norte de Chile demanda innovación, creatividad y talento. Esto genera una base ideal para la consolidación de la región bajo la lógica de un clúster. Es decir, este posible concentrado empresarial de innovación se desarrolla solo si es que el lugar donde existe, hay una alta demanda por adelantos tecnológicos de una misma industria. Así, la lógica de clúster avala que una alta demanda por novedades o renovaciones, como la que existe en la industria minera local de Antofagasta, propicie un escenario único, el cual le permitirá al talento nuevo y local a avanzar en el desarrollo de este polo.

El transformar Antofagasta en un punto clave para la innovación en Latinoamérica no está exento de desafíos. Para conseguir este objetivo es fundamental que la región y sus instituciones opten por la inversión en el capital necesario para activar los procesos innovadores y trabajar sin olvidar la importancia del capital humano y del resto de los actores dentro del ecosistema regional. Para este fin, las redes de cooperación en sus distintos niveles son claves para potenciar el atractivo de la zona, incluso, a nivel internacional.

La importancia de trabajar en conjunto también considera las alianzas claves con otros países, los cuales sean capaces de ampliar la mirada respecto de las acciones a tomar y evaluar la toma de decisiones a partir de la experiencia propia para ayudar a definir los desafíos y la forma en cómo estos serán atendidos. De esta forma, podremos allanar el camino para transformar a Antofagasta en el nuevo polo de innovación global.